El pasado 7 de marzo celebramos en el Ayuntamiento de Marchena una mesa redonda bajo el lema LA PERSONA ES LO PRIMERO con motivo del Día De la Mujer Trabajadora. Al acto acudieron unas 50 personas, la mayoría mujeres del tejido asociativo del pueblo.
En esta fecha recordamos a tantas mujeres anónimas
que han construido nuestra historia, muchas veces con sangre y sacrificio.
Mujeres que han entregado su vida para que la situación de la mujer y de la
sociedad avanzara en pro de la justicia, la igualdad, la paz y el desarrollo.
Su lucha no fue en vano y hoy
podemos ver sus frutos.
A pesar de ello observamos cómo el patriarcado y el capitalismo siguen
sometiendo a la mujer de diferentes formas: convirtiendo su vida en mercancía,
dando menos oportunidades por razón de su sexo, con trabajos precarios y mal
pagados, asignándole un papel de cuidadora y de sumisión por
"naturaleza". Además en nuestra
sociedad mercantilizada, el trabajo oculto del hogar y de los cuidados
realizado tradicionalmente por las mujeres, necesario para sostener la propia
vida y realizado desde la gratuidad, no es valorado ni considerado trabajo.
Sólo se reconoce cuando se le pone precio, cuando se convierte en empleo y es
sometido a la lógica del mercado. Por ello, es necesario apreciar el trabajo
del hogar y de los cuidados realizado por hombres y por mujeres.
A pesar de lo mucho que se ha avanzado en materia de igualdad entre
hombres y mujeres en el plano normativo, constatamos que las mujeres siguen sin
estar adecuadamente representadas en muchos ámbitos sociales, laborales,
políticos y eclesiales. Por lo que son aún necesarios avances en la igualdad de
oportunidades en el ámbito laboral y la representación democrática, en la
eliminación de estereotipos o en la erradicación de esa lacra que es la
violencia de género.
Al recordar esta fecha nos duele ver cómo se van degradando
los derechos sociales. Estamos en un momento muy delicado para el presente
y el futuro de esos derechos, porque en el actual modelo económico los recursos
necesarios para atenderlos se dedican al nuevo ídolo de la rentabilidad económica
y al pago de la deuda.
Sin el reconocimiento justo de estos derechos se trastorna la
justicia social y la democracia se rompe. Pero es más, ese reconocimiento es camino de humanización y libertad, de
realización personal y desarrollo de la propia identidad. En el caso de las
mujeres, por ejemplo, a ser madres. La realidad de muchas mujeres del
mundo obrero es que no tienen capacidad de vivir esa dimensión de su vida desde
la libertad porque la manera de concebir el trabajo y la economía se la roba.
Las políticas
emprendidas en los últimos años (recortes sociales, reformas laborales,
supresión de las ayudas a la dependencia, …)
han generado una precarización y flexibilización del trabajo,
especialmente en las mujeres, que nos hace retroceder hasta épocas que
pensábamos superadas, sobre todo en la economía sumergida. El paro no cesa de
aumentar; España finalizó el año 2012 con la tasa de desempleo femenina más
elevada de Europa, del 26,55% (EPA). Así
mismo la tasa de desempleo juvenil, es alarmante, supera el 50% y más de la
mitad se da entre las mujeres. Ante esta situación, entendemos que la educación
es una de las principales claves para la erradicación a largo plazo de las
desigualdades todavía existentes entre mujeres y hombres