Estimada/o
amiga/o:
Reciba un saludo muy cordial de la HOAC de Cádiz y Ceuta,
que tiene el gusto de hacerle partícipe que con motivo de la Celebración del Día de la HOAC, se
instalará una:
Al objeto de que puedan darle el tratamiento informativo que
consideren más oportuno. Con este
motivo, aprovechamos la ocasión para saludarle atentamente,
Móvil: 653 840 290
CÁDIZ
En el Día de ayer 14 de
mayo
celebramos nuestro Día de la HOAC,
a pesar de nuestra pequeñez satisfechos,
hemos cumplido con nuestra misión, Anunciar a Jesucristo.
Difundimos en cantidad nuestros materiales de difusión entre los viandantes.
Pepe Carrascosa
Presidente
Diocesano de la HOAC
PUBLICAMOS
ALGUNAS FOTOS
DE LA MESA INFORMATIVA
A QUIEN SE LO AGRADECEMOS
Querido amigo Juan Cejudo:
La HOAC de Cádiz y Ceuta, te agracemos el
que haya querido compartir con nosotros este gesto y que lo hayas acogido en tu
blog,
del que nos hacemos eco -con tu permiso- en
el nuestro.
Recibe nuestro fraternal abrazo en Cristo
obrero.
La HOAC de Cádiz y Ceuta.
ASISTÍ A LA MESA INFORMATIVA CONVOCADA POR LA HOAC. Juan Cejudo
Asistí el jueves (14 de mayo) a la Mesa informativa que los compañeros de la HOAC habían convocado en la Plaza de la Libertad, cerca de Correos. El lema era interesante:" Derechos familiares de las personas y derechos sociales de las familias". Y es que la crisis está golpeando muy duramente a las familias, especialmente a las de los sectores populares y más desfavorecidos.
En las relaciones laborales y económicas lo que prima es el dinero, la rentabilidad a costa de lo que sea. Ahí están las reformas laborales que machacan los derechos conquistados de los trabajadores, ahí están los innumerables desahucios, la legión de personas desempleadas, una gran mayoría de ellas sin prestaciones de ningún tipo....
Como dice Francisco es una economía que mata, cuando la persona debe ser lo primero, como bien ponía el cartel que estaba de fondo en la mesa.
Un grupo de unas 15 personas estuvimos allí mientras los compañeros de la HOAC repartían folletos y revistas relacionados con el tema.
Antes de terminar se leyó un comunicado entre varios compañeros sobre el tema. Ojalá los nuevos escenarios políticos que se den después de la elecciones ayuden a que la situación de las familias pueda mejorar en dignidad y en condiciones de vida en muchas de nuestras comunidades autónomas y en miles de municipios...
Derechos familiares de las personas
y derechos sociales de las familias.
¿Familia o/y trabajo?
La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) convoca para este mes de mayo
la jornada de celebración, festiva y reivindicativa, del Día de la HOAC, encuentro que reúne
a militantes, simpatizantes, familias, amigos y amigas en cada una de las
diócesis de España.
La cita es un momento importante para la vida de la HOAC y permite seguir
insistiendo en profundizar y abordar la dimensión familiar del trabajo digno
como elemento vertebrador de la sociedad. La situación actual de las familias
trabajadoras justifica que elijamos este tema por el
sufrimiento que vienen padeciendo tantas de ellas desde hace años y por el
carácter decisivo que la institución familiar es para la vida de las personas y
de la sociedad.
El acento del Día de la HOAC de este año es coincidente en el tiempo con
los trabajos preparatorios del Sínodo de la Familia que, bajo el lema «Desafíos pastorales de la familia en el contexto de
la evangelización», ha sido convocado por el Papa para el mes de octubre y
que, con toda probabilidad, tendrá una importante repercusión sobre la forma de
abordar en la Iglesia todos los temas relacionados con la institución familiar.
Dentro de ellos estará sin duda el
trabajo por su decisiva repercusión, como son «la dificultad de organizar la
vida familiar común en el contexto de una repercusión dominante del trabajo,
que exige de la familia cada vez mayor flexibilidad. Los ritmos de trabajo son
intensos y en determinados casos extenuantes; los horarios son a menudo
demasiado largos y a veces se extienden incluso al domingo: todo esto resulta
un obstáculo a la posibilidad de estar juntos. A causa de una vida cada vez más convulsa, son
raros los momentos de paz e intimidad familiar.
Se pone de relieve el precio que paga la familia por el crecimiento y el
desarrollo económico, a lo que se añade la repercusión mucho más vasta de los
efectos producidos por la crisis económica y por la inestabilidad del mercado
de trabajo. La creciente precariedad
laboral, junto con el crecimiento del desempleo y la consiguiente necesidad de
desplazamientos cada vez más largos para trabajar, tienen graves consecuencias
sobre la vida familiar, producen –entre otras cosas– un debilitamiento de las
relaciones, un progresivo aislamiento de las personas con el consiguiente
aumento de la ansiedad» (IL, 70).
Derechos familiares de las personas y derechos
sociales de las familias
Comisión Permanente HOAC* @hoac_es
El cada vez más difícil acceso
a un trabajo digno
se ha convertido en un gran obstáculo
para la vida de las familias,
con graves consecuencias
para las personas
y para la sociedad.
La HOAC considera que esta situación es
una de las manifestaciones más importantes del empobrecimiento y la
vulnerabilidad que padece el mundo obrero y del trabajo.
Las dificultades para
la vida familiar han aumentado y el empobrecimiento se han extendido de forma
alarmante. Por eso, más que nunca es
esencial la afirmación de esos derechos familiares de las personas y de los derechos
sociales de las familias, lo que implica luchar por un trabajo digno que
posibilite y no obstaculice la vida y la función de las familias, lograr una
relación más armónica y «más conforme a la realidad» entre trabajo y familia.
En el contexto y en la
perspectiva del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, del próximo octubre,
ofrecemos esta aportación para reflexionar sobre cómo podemos ayudar a
construir las condiciones que hagan posible la vida familiar. Queremos que nos ayude a crecer en nuestras prácticas
en defensa de la vida familiar al servicio de las personas y de la sociedad. Y la ofrecemos como un medio para la
reflexión, personal y en grupo concreta de las familias del mundo obrero y del
trabajo.
1.
UNA SITUACIÓN
DIFÍCIL PARA MUCHAS FAMILIAS.
La experiencia
cotidiana en la realidad del mundo obrero y del trabajo nos muestra que muchas
familias trabajadoras están atravesando una difícil situación que tiene mucho
que ver con el profundo deterioro del empleo, por condiciones laborales cada
vez más precarias o por la exclusión del empleo. La privación de un trabajo digno está dañando
gravemente a muchas familias trabajadoras.
El reciente Sínodo
extraordinario de los Obispos (octubre de 2014), dedicado a la familia, ha
constatado este hecho, que volverá a ser tratada en el próximo Sínodo
ordinario. Algunos párrafos de los
documentos de trabajo sirven de punto de partida, pues expresan muy bien lo que
es la experiencia y el sufrimiento de muchas familias, así como también el
desafío que esto supone para la sociedad y para la Iglesia.
En la «Relación», de las conclusiones, del
Sínodo se afirma:
«Existe también una sensación general de impotencia
ante una situación socioeconómica que a menudo acaba aplastando a las familias.
Ello se debe a la pobreza y a la
precariedad laboral crecientes, que se viven a veces como una auténtica
pesadilla (…) Con frecuencia las
familias se sienten abandonadas por el desinterés y la poca atención que les
prestan las instituciones. Las
consecuencias negativas desde el punto de vista de la organización social son
evidentes: desde la crisis demográfica hasta las dificultades educativas, desde
la dificultad para acoger la vida naciente hasta la percepción de la presencia de
los ancianos como un peso y la difusión de un malestar afectivo que, en
ocasiones, llega a la violencia. Es
responsabilidad del Estado crear las condiciones legislativas y laborales para
garantizar el porvenir de los jóvenes y ayudarles a realizar su proyecto de
fundar una familia» (n. 6).
Y en el Instrumento
de Trabajo del Sínodo:
«Las familias no son solo una entidad que el Estado
debe proteger, sino que deben recuperar su papel como sujetos sociales. En este contexto, son numerosos los desafíos
para las familias: la relación entre la familia y el mundo del trabajo, entre
la familia y la educación, entre la familia y la salud; la capacidad de unir
entre ellas a las generaciones, a fin de que jóvenes y ancianos no sean
abandonados» (n. 34).
«Es unánime la referencia al impacto de la actividad
laboral en los equilibrios familiares. En primer lugar, se registra la dificultad de
organizar la vida familiar común en el contexto de una repercusión dominante
del trabajo, que exige de la familia cada vez mayor flexibilidad. Los ritmos de trabajo son intensos y en
determinados casos extenuantes; los horarios son a menudo demasiado largos y a
veces se extienden incluso al domingo: todo esto resulta un obstáculo a la
posibilidad de estar juntos. A causa de
una vida cada vez más convulsa, son raros los momentos de paz e intimidad familiar
(…) A lo que se añade la repercusión… de
los efectos producidos por la crisis económica y por la inestabilidad el
mercado de trabajo. La creciente precariedad
laboral, junto con el crecimiento del desempleo, y la consiguiente necesidad de
desplazamientos cada vez más largos para trabajar, tiene graves consecuencias
sobre la vida familiar, produce –entre otras cosas– un debilitamiento de las
relaciones, un progresivo aislamiento de las personas con el consiguiente
aumento de la ansiedad» (n. 70).
«En diálogo con el Estado y con las instituciones
públicas, se espera de parte de la Iglesia una acción de apoyo concreto para un
empleo digno, para salarios justos, para una política fiscal en favor de la familia,
así como la activación de una ayuda para las familias y los hijos. Se señala al respecto, la falta frecuente de
leyes que tutelen a la familia en el ámbito del trabajo y, en particular, a la
mujer-madre trabajadora» (n. 71).
Hay dos cosas especialmente
importantes y graves en esta situación:
a)
El sufrimiento de
muchas familias. Necesitamos fijarnos en
el dolor y el desastre humano de esta situación y
b)
La negación de algo
esencial: una vida familiar que acompañe y cuide la vida de las personas, que
pueda hacer real y efectivo el crecimiento humano de cada persona.
«Hay que favorecer
un contexto
social,
que garantice, a través del trabajo,
la posibilidad de construir una familia
y de educar a los hijos»
2.
¿QUÉ NOS ESTÁ
PASANDO?
En la raíz de la
difícil situación de muchas familias trabajadoras está un hecho que el papa Francisco denuncia:
«Dios quiso que en el centro del mundo no hubiera un
ídolo, sino el hombre y la mujer, para que saquen adelante, con su trabajo, el
mundo. Pero ahora, en este sistema sin
ética, en el centro hay un ídolo, y el mundo se ha convertido en idólatra de
este «dios-dinero».
La situación actual
es una consecuencia de
«…¡la negación de la primacía del ser humano!… la
dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente
humano».
En el funcionamiento
de nuestra economía, determinante en nuestro modelo social, la persona no es lo
primero, en el trabajo la persona no es lo primero. Su lugar lo ha ocupado el ídolo de la
rentabilidad. Los trabajadores y
trabajadoras han sido convertidos en instrumentos de un ídolo que exige
sacrificios humanos.
Por eso, el papa Francisco planteó en el Parlamento
Europeo que en el cambio que necesitamos es esencial situar en el centro de
todo la sagrada dignidad del ser humano y la afirmación práctica de los
derechos de las personas: «Ha llegado la hora de construir juntos la Europa que
no gire en torno a la economía, sino a la sacralidad de la persona humana», porque «el ser
humano corre el riesgo de ser reducido a un mero engranaje que lo trata como un
simple bien de consumo para ser utilizado, de modo que… cuando la vida ya no
sirve a dicho mecanismo, se la descarta sin tantos reparos».
Y al referirse, a la
necesidad de crear las condiciones sociales que hagan posible el desarrollo de
la centralidad de la persona, se refirió a dos ámbitos básicos y estrechamente
vinculados entre sí para promover el reconocimiento de la dignidad de la
persona: la familia y el trabajo:
«El primer ámbito es seguramente el de la educación, a
partir de la familia, célula fundamental y elemento precioso de toda sociedad».
«El segundo ámbito en el que florecen los talentos de
la persona humana es el trabajo. Es hora
de favorecer las políticas de empleo, pero es necesario sobre todo volver a dar
dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su
desarrollo. Esto implica, por un lado,
buscar nuevos medios para compaginar la flexibilidad del mercado con la
necesaria estabilidad y seguridad de las perspectivas laborales, indispensables
para el desarrollo humano de los trabajadores; por otro lado, significa
favorecer un adecuado contexto social, que no apunte a la explotación de las
personas, sino a garantizar, a través del trabajo, la posibilidad de construir una
familia y de educar a los hijos».
El cuidado es una
necesidad radical de toda persona, porque el amor que expresa el cuidado es lo
que nos humaniza. Sin una estructura de
acogida el ser humano no puede desarrollarse.
En el cuidado de unos hacia otros es donde se manifiesta de forma
privilegiada el profundo sentido del valor propio e insustituible de cada ser
humano.
En la realidad social
podemos crear, y de hecho hemos creado como fruto de una mayor conciencia de la
dignidad humana, espacios y medios diversos para cuidar la vida y posibilitar su
desarrollo. Por ejemplo, los servicios
educativos, sanitarios, de pensiones, de prestaciones sociales, las leyes que
protegen derechos laborales, etc. Pero
hay dos esferas de acogida y cuidado de la vida que son los más básicos y
fundamentales. La primera esfera de
acogida y cuidado de todo ser humano es el seno materno; la segunda es el
entorno familiar, el hogar, un entorno afectivo e incondicional donde la
persona se sabe acogida incondicionalmente, por lo que es. Son dos esferas son frágiles que debemos
cuidar y atender.
Sin embargo, en
nuestro modelo laboral, se penalizan esas dos esferas porque se perciben como
costes, como «cargas». Así, vemos cómo
en muchas ocasiones las mujeres tienen que elegir entre maternidad o empleo. Y vemos cómo se penaliza la familia, porque se
desean individuos, ya que la vida familiar es considerada una «carga».
La crisis ha
agudizado esta situación en las familias:
·
En primer lugar,
porque siguen presentes los mismos problemas que ya existían antes, con
horarios y una movilidad laboral que dificulta seriamente la vida familiar, más
incluso que antes por la amenaza y el miedo de perder el empleo.
·
En segundo lugar, porque
el paro y la extrema precarización del empleo les han privado de recursos para
una vida digna.
·
En tercer lugar,
porque muchas familias trabajadoras se han visto abocadas a una situación de
exclusión o muy próxima a ésta.
·
Y en cuarto lugar,
porque se han reducido y recortado aún más las prestaciones y servicios
sociales.
Las familias
necesitan de un trabajo digno y de unas prestaciones y servicios sociales que
posibiliten y faciliten la vida familiar. Por eso, las personas tenemos derecho al trabajo
digno y a derechos sociales. Y, consecuentemente,
la sociedad, la responsabilidad de hacer posibles esos derechos. Y para servir al bien común, el Estado tiene
la responsabilidad de garantizar el ejercicio de esos derechos.
El cuidado es una necesidad radical
de la persona porque expresa lo que nos humaniza
3.
LOS DERECHOS
FAMILIARES DE LAS PERSONAS
Y LOS DERECHOS SOCIALES DE LAS FAMILIAS.
Las personas no somos
individuos aislados, sino seres singulares y comunitarios. Somos en nuestra relaciones con los demás y
nuestro yo se va forjando y desarrollando en nuestras relaciones con los otros.
Es esencial mirar los derechos de las personas
también desde la perspectiva de la vida familiar, como el ámbito más básico para el desarrollo
de nuestra humanidad.
El cuidado de la vida
significa, entre otras cosas, que las personas, por el hecho de serlo, tenemos
unos derechos familiares y las familias unos derechos sociales. Unos y otros son los que hacen posible las
condiciones básicas de desarrollo de la vida humana.
Si son derechos vinculados
a la dignidad de las personas reclaman su reconocimiento y, por tanto, son una
responsabilidad que todos debemos atender para que los derechos se hagan
efectivos.
3.1. LOS DERECHOS FAMILIARES DE LAS PERSONAS.
1º.- El
derecho a un entorno familiar adecuado, por tanto, el derecho a formar una
familia y a desarrollar la vida familiar.
2º.- El
derecho a la propiedad, es decir, a los bienes que permiten el desarrollo de la
vida familiar y que hacen posible una vida libre, digna y que permite desarrollar
un proyecto de vida.
3º.- El
derecho a ser lo que cada persona es en la familia: madre, padre, hijo/a,
abuelo/a.
4º.- El
derecho a educar a los hijos y el de los hijos a la educación.
5º.- El
derecho a cuidar a los ancianos y el de los ancianos a ser cuidados.
6º.- El
derecho a cultivar las relaciones de pareja y todas las demás relaciones
familiares.
7º.- El
derecho a cultivar la propia vocación, la singularidad de cada persona.
8º.- El
derecho a un trabajo compatible con la vida y la situación familiar.
9º.- El
derecho a desarrollar un compromiso en la vida social y política, a contribuir
a la construcción de la vida social.
10º.- El
derecho a no ser penalizado de ninguna manera por el ejercicio de estos
derechos.
3.2. LOS DERECHOS SOCIALES DE LAS FAMILIAS.
1º.- El
derecho al trabajo y a que la organización del mismo se subordine a las
necesidades de la vida familiar, facilitándola.
2º.- El
derecho a un salario familiar o a unos ingresos que hagan posible el desarrollo
de la vida familiar.
3º.- El
derecho a una red de servicios sociales que garanticen el acceso a los bienes
básicos de la vivienda, la educación, la sanidad…
4º.- El
derecho a la protección social que atienda las necesidades de los miembros de
la familia en caso de maternidad-paternidad, desempleo, enfermedad, jubilación…
5º.- El
derecho a recibir la ayuda social necesaria que garantice el ejercicio de los
derechos familiares de las personas.
6º.- El
derecho a la participación y el protagonismo de la familia en la vida social y
política.
4.1. Cambiar de forma de pensar: reconocer el valor de la familia para
la vida de las personas y de la sociedad.
Colaborando al cambio
de mentalidad, pasando de una consideración individualista de las necesidades
de las personas a otra consideración comunitaria de ellas y, en particular, a
contemplar las necesidades de las personas desde la perspectiva de la vida
familiar, de las familias.
Para ello es
fundamental crecer en conciencia de lo que significa que la familia es la
primera sociedad humana, el lugar natural y el instrumento más eficaz de
humanización y personalización de la sociedad, ámbito capaz de sacar a la
persona del anonimato, de mantenerla consciente de su dignidad, de enriquecerla
en humanidad y de insertarla activamente en la construcción de la vida social. Las personas y las propias familias reconocer
la función insustituible de la familia. La
familia es un bien precioso a proteger, promoviendo las condiciones adecuadas
para que pueda ejercer sus funciones al servicio de las personas y de la
sociedad.
Tiene mucho valor el
crear o promover ámbitos donde podamos hablar de la situación de las familias,
de sus necesidades, de sus problemas, profundizar en cómo realizar mejor las
funciones, compartir experiencias, buscar caminos para facilitar la vida
familiar…
4.2. Promover la conciencia social de los derechos familiares de las
personas y de los derechos sociales de las familias.
Es necesario promover
la conciencia social de los derechos familiares de las personas y de los
derechos sociales de las familias. Avanzar
en que esos derechos sean considerados como derechos fundamentales y que se les
dé socialmente la importancia que merecen.
Es fundamental
colaborar a difundir esos derechos; buscar caminos para concretarlos en cada
realidad; convertirlos en reivindicaciones concretas ante las instituciones
públicas; asumir nuestra responsabilidad en promoverlos, defenderlos y
reivindicarlos; promover que las diversas organizaciones sociales los vayan
asumiendo; animar que se luche por ellos desde las organizaciones sindicales,
sociales, políticas…
Es muy importante
convertir esos derechos en objetivos sociales, en reivindicaciones concretas,
incorporarlos como algo importante a la tarea de las organizaciones sociales.
4.3. Reivindicar verdaderas políticas familiares.
Es fundamental
reivindicar ante las instituciones públicas la práctica de políticas dirigidas
a garantizar el ejercicio efectivo de los derechos familiares de las personas y
de los derechos sociales de las familias.
Debemos exigir que
las políticas fiscales y presupuestarias estén orientadas a facilitar la vida
de las familias, en particular de las familias en situación de pobreza y
exclusión, como un derecho básico y fundamental de las personas.
4.4. Defender los derechos sociales.
Defender los derechos
sociales de los trabajadores, de las familias trabajadoras, es un deber de
justicia. Lo exige la dignidad de las
personas, el bien de la sociedad y, en particular, las necesidades de los
empobrecidos.
Para ello necesitamos
extender algunas convicciones y prácticas:
a)
Existen recursos
suficientes para financiarlos. No es que
no existan sino la opción política elegida ha sido la de dedicar más recursos sociales
a la acumulación de riqueza en lugar de responder a las necesidades sociales.
b) Son una prioridad porque son indispensables para la libertad
de las personas, en particular de los empobrecidos. Significan la defensa de la dignidad de las
personas y crean condiciones para desarrollar humanamente la vida personal,
familiar, social.
c)
Necesitan de
servicios públicos suficientes, no pueden ser privatizados ya que significa
someterlos a la lógica del negocio y provocar mayores desigualdades e
injusticias.
d) Requieren políticas fiscales justas que redistribuyan
de manera equitativa la riqueza y favorezcan la corresponsabilidad y honradez
de todos la ciudadanía.
e)
Están ligados a la
dignidad de toda persona. No son
derechos que emanen de tener o no un empleo, de haber nacido en un lugar u
otro, pertenecen a todo persona por el hecho de serlo.
4.5. Defender el trabajo digno.
El derecho de toda
persona capaz a un trabajo (no solo al empleo, que es trabajo asalariado, sino
a realizar una actividad útil socialmente) y a un trabajo realizado en
condiciones dignas de la persona, que es siempre el sujeto del trabajo. La forma en que trabajan muchos hombres y
mujeres es un obstáculo para la vida familiar. La defensa del trabajo digno es esencial para
la realización de las personas y de las familias.
Hoy se están negando
en el trabajo (particularmente en el empleo) principios básicos de humanidad. Principios que la Doctrina Social de la
Iglesia subraya insistentemente:
«El conjunto del proceso productivo debe (…) adaptarse
a las necesidades de la persona (…) de su vida familiar».
«El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la
vida familiar (…) Se debe reconocer y
afirmar que la familia constituye uno de los punto de referencia más
importantes según los cuales debe formarse el orden socio-ético del trabajo humano».
«La realización de los derechos del hombre del trabajo
no puede estar condenada a constituir solamente un derivado de los sistemas
económicos, los cuales (…) se dejen guiar sobre todo por el criterio del máximo
beneficio. Al contrario, es precisamente
la consideración de los derechos objetivos del hombre del trabajo (…) lo que
debe constituir el criterio adecuado y fundamental para la formación de toda la
economía»
Entre otras cosas, defender
el trabajo digno significa:
a)
Romper la actual lógica de pensar y organizar el
trabajo desde las exigencias de la economía y la de adoptar las decisiones
políticas desde la adaptación forzada de los trabajadores a la lógica
económica. Necesitamos plantearnos las
cosas en sentido contrario: ¿qué funcionamiento de la economía es necesario
para que en ella el trabajo pueda ser el instrumento de comunión y realización
humana que está llamado a ser? Y lo
mismo en las decisiones políticas: ¿qué decisiones políticas son necesarias
para que el trabajo pueda realizarse en condiciones dignas para el ser humano y
que colaboren a la libertad, la solidaridad y la fraternidad entre las
personas?
b) Plantear el sentido y
el valor del trabajo más allá del empleo: necesitamos el
reconocimiento del valor que para las personas y para la sociedad tienen muchos
trabajos que no son empleos y que, precisamente por ello, sufren una minusvaloración
social que, en demasiadas ocasiones, es también una minusvaloración social de
las personas que los realizan. Un
ejemplo muy claro lo tenemos en el cuidado del hogar y la vida familiar; o
también en la dedicación para que funcionen las organizaciones sociales,
cívicas, educativas… Necesitamos ordenar
el trabajo –tanto el que es empleo como el que no– para responder a las
necesidades humanas. Y necesitamos
liberar tiempo para construir relaciones en las que el trabajo de unos puesto
al servicio de los otros no esté regido simplemente por relaciones mercantiles,
sino por la gratuidad, la solidaridad y los intercambios voluntarios de dones y
capacidades.
c)
Luchar por condiciones dignas de empleo: Tener o no tener empleo depende cada vez más del
grado de sumisión que la persona está dispuesta a aguantar. Sin afirmar los derechos de las personas en el
empleo no es posible humanizar el trabajo. La acción sindical y las políticas laborales son
fundamentales en este sentido y necesitan priorizar la situación de los
trabajadores más vulnerables y empobrecidos.
d) Articular de forma
humanizadora el trabajo y el descanso: frente a la lógica
que nos hace vivir para trabajar y consumir, necesitamos construir la lógica de
trabajar y consumir para vivir. Esto
implica que hemos de conquistar tiempo y espacio para hacer posible la vida y
el cuidado de la vida. Necesitamos
igualmente romper la dinámica de que el tiempo libre esté, en gran medida,
organizado por el consumismo. Necesitamos
convertir el descanso en tiempo personal y comunitario de contemplación de
nuestra vida, de comunión, de celebración, de gratuidad…, desde el que cobre
sentido el conjunto de nuestra existencia.
Todo esto es esencial para la vida familiar.
e)
Luchar por la defensa y extensión de los derechos
sociales: hay que subrayar que el reconocimiento efectivo de los
derechos sociales es una condición fundamental para liberar el trabajo de la
esclavitud economicista a la que está sometido. Son un elemento decisivo para la libertad de
las personas y, especialmente, para la libertad ante el empleo y las
condiciones en que se realiza.
f)
Desvincular derechos sociales y empleo: es necesario desvincular progresivamente el
reconocimiento efectivo de los derechos sociales del empleo. De lo contrario, empleo precario y desempleo
supondrán cada vez más derechos sociales más precarios. Para liberar el empleo de la esclavitud economicista
es necesario caminar hacia la garantía universal de todos los derechos
sociales, con independencia del empleo de las personas y de su contribución
individual a las prestaciones. Pensemos,
por ejemplo, lo que supone para las futuras pensiones en empleo tan precario y
el desempleo que hoy sufren tantos jóvenes: ¿qué pensiones de jubilación
tendrán de mantenerse la actual tendencia? En la desvinculación entre derechos sociales y
empleo es necesario contemplar el asegurar socialmente una renta para todas las
personas y familias, porque hoy el salario, sujeto al empleo escaso y precario,
en muchos casos ya no puede cubrir las necesidades básicas de todas las
personas y familias.
4.6. Asumir la responsabilidad social en la defensa y promoción de las
familias.
Todos debemos asumir
nuestra responsabilidad en la defensa y promoción de la función insustituible de
las familias, implicándonos activamente en todo lo que hemos señalado anteriormente.
Sin asumir esa responsabilidad los
derechos no son posibles.
Pero es igualmente
importante otra cosa: construir desde la sociedad experiencias de solidaridad,
de comunión, de otra manera de vivir, de otra forma de situarnos ante el ocio,
el consumo responsable, el cuidado de la naturaleza, de colaboración y apoyo entre
las familias. No podemos contentarnos
con ser simplemente «reivindicadores» ante las instituciones públicas. Sin dejar de hacerlo, es necesario también que
asumamos la responsabilidad de construir desde la iniciativa social nuevas
formas de relacionarnos. El protagonismo
de las familias trabajadoras es esencial en este sentido.
«La familia cristiana está llamada
a ofrecer a todos el testimonio de una entrega generosa y desinteresada a los problemas
sociales»
5.
UNA TAREA
PROPIAMENTE ECLESIAL.
Todo cuando hemos
planteado en el apartado anterior para avanzar hacia la afirmación práctica de
los derechos familiares de las personas y de los derechos sociales de las familias
es una tarea de toda la sociedad. Pero
es también una tarea propiamente eclesial. Los cristianos y las comunidades eclesiales
estamos llamados a implicarnos activamente en todo ello, a asumir nuestra
responsabilidad en el necesario cambio de mentalidad, en la reivindicación de
políticas familiares, en la defensa de los derechos sociales y de un trabajo
digno, en promover y participar en iniciativas concretas de otras formas de
vivir. Es un camino necesario para la
evangelización, para acoger la permanente llamada del Evangelio de Jesucristo al
cuidado de la vida.
Involucrándonos en
las tareas y caminos que hemos señalado en el apartado anterior, hay tres aspectos
que son especialmente importantes para avanzar en ser comunidades eclesiales
más y mejor al servicio de las personas y familias:
a)
Proponer la visión cristiana de la familia y de su
servicio al cuidado de la vida. Aprender vitalmente a mirar y valorar la
realidad de las familias trabajadoras a la luz del Evangelio y de la Doctrina
Social de la Iglesia, compartiendo con otros esa manera de mirar y valorar.
b) Crear y cuidar
espacios abiertos en nuestras comunidades eclesiales donde podamos compartir, reflexionar, orar… la
realidad concreta de las familias trabajadoras.
c)
Ofrecer un testimonio comunitario de entrega y
servicio a las necesidades de las personas y familias, de
servicio a la causa de la justicia que reclama la situación de los pobres, de
tantas familias trabajadoras empobrecidas. Y en ello es fundamental, también, el testimonio
de las familias cristianas: «La familia cristiana está llamada a ofrecer a todos el
testimonio de una entrega generosa y desinteresada a los problemas sociales,
mediante la “opción preferencial” por los pobres y los marginados». Por ello es también llamada, desde la Doctrina
Social de la Iglesia, a formar su conciencia sociopolítica como dimensión
esencial de la vivencia de la fe en Jesucristo, a conocer e implicarse en la realidad.
Nuestras parroquias,
grupos, comunidades, movimientos eclesiales, etc., necesitamos responder más y
mejor a llamadas como las que nos hacen estas afirmaciones de la Iglesia:
«Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las
angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de
cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo. Nada hay
verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón». ¢
Toda la actividad del
Día de la HOAC puede seguirse en www.hoac.es
Reflexión
planteada con motivo del día de la HOAC de 2015, disponible íntegramente,
incluido el cuestionario para el trabajo personal y en grupo en http://www.hoac.es/
1 comentario:
La HOAC de Cádiz y Ceuta, te agracemos el que haya querido compartir con nosotros este gesto y que lo hayas acogido en tu blog, del que nos hacemos eco -con tu permiso- en el nuestro.
http://hoaccadizyceuta.blogspot.com.es/2015/05/dia-de-la-hoac-2015-trabajo-y-familia.html
Recibe nuestro fraternal abrazo en Cristo obrero.
La HOAC de Cádiz y Ceuta.