Fuente: Hoac de Ubrique
Alrededor de 40 personas asistieron el pasado viernes 30 de enero a la conferencia “¿Individualismo o bien común?“,
propuesta por la HOAC de Ubrique en el marco de las IX Jornadas por la
Integración que organiza la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno de
Ubrique. Al acto acudieron los presidentes de la HOAC de la diócesis de
Sevilla y de la zona de Andalucía.
En un lenguaje muy sencillo y asequible para todos, Alfonso Alcaide, ex-presidente de la HOAC general de España, y autor de libros como “Trabajo humano, principio de vida”, desmontó dichos como el de que pasó el tiempo de los trabajos estables, los sueldos que podían mantener a la familia, o que permitían que los hijos de la clase trabajadora pudieran estudiar. “El problema no son los recursos, pues nunca en la historia de la humanidad ha habido más recursos que ahora. La cuestión es a dónde se orienta la sociedad, ya que si se monta todo para que cada persona obtenga el máximo beneficio posible, al ser limitados los recursos, el que consigue mucho lo hace a costa de otros que tendrán menos”.
Frente al montaje individualista que nos hace que nos alegremos más del
fracaso de los otros que de nuestro éxito personal (aunque lo
políticamente correcto sea decir lo contrario), o que nos llenemos de
orgullo afirmando que no debemos nada a nadie, o que nos hemos hecho a
nosotros mismos, la naturaleza nos enseña que no hay nada autosuficiente, y que en ella prevalece la dinámica de la interdependencia – pensemos en los ecosistemas, en que unos seres dependen de otros.
El conflicto aparece en las relaciones económicas, en las que se
procura el máximo beneficio a toda costa. Trasladamos nuestro modelo de
consumo, en el que los productos tienen que ser elegibles, flexibles,
sustituibles y prescindibles, a nuestras relaciones personales o
laborales, olvidando que las personas no pueden subordinarse a nada. Y, en este sentido, la mejor manera de conocer al ser humano, decía Alcaide, es conocer a Dios.
Al ser la persona creada a imagen y semejanza de Dios, cada ser humano
es un ser único, creado para amar y ser amado. De hecho, en la medida en que el hombre ama, encuentra la felicidad.
Si todos pensamos cuándo hemos sido más felices en la vida,
recordaremos experiencias de querer y sentirnos queridos. Aludiendo a
textos del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia (de Juan
Pablo II, Benedicto XVI o el Papa Francisco), Alcaide acabó afirmando
que el amor, la justicia y la libertad no pueden separse y practicarse de forma independiente,
y que para ser felices hay que practicar los tres, sin olvidar que el
hombre no es un mero ser social como puedan serlo las hormigas o las
abejas, sino un ser comunitario.
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